Cuando esta complicada (y mucho más bonica) clienta de siete años nos pidió un dormitorio, enseguida quedó claro que la única y súper importante premisa era que todo fuera rosa.
Por supuesto, como diseñadores de interiores, hicimos todo lo posible para que se cumplieran sus deseos, y el rosa es el gran protagonista de la habitación.
Aun así, tenemos que ser conscientes de que en unos años, aunque ella no lo crea así, puede que ya no le guste ese color—incluso que llegue a odiarlo. Por eso lo incorporamos solo en la pintura y el papel pintado, de un rosa empolvado muy suave. Los textiles utilizan colores ocres y grises que aportan calidez, y el mobiliario se puso en blanco y con un diseño atemporal.